martes, 11 de diciembre de 2012

Noche 3


Lejana
tú y tu voz
mis ojos
tus manos
mis deseos
tus piernas
el sexo de tus senos
el grito en calma
que escapa
y encuentra salida
de caricia
en ti y en mí
nocturno tu cuerpo
luz a medias
entre tú y yo
no hay nada
hay ropa
el estorbo
la puerta cerrada
yo sigo
sin entrar en ti.

Noche 2


Tu cintura se alejó
la lleva un viento delgado
condené mi vista
callé lo que te pido
la Luna y el ombligo
el martillo
mi pecho
el grito
la muerte por esa noche
¿dónde estás?
no tienes luz
y cobijada a oscuras
mis manos te miran
aunque en esta boca seca
no se sienta nada.

Noche


Esta noche
dormirás
entre mis
brazos mutilados
contaremos estrellas
con la lengua
seguiré el camino
que grita tus muslos
nada pasará
entre ambos
mas que la caricia
del pétalo seco
al suelo duro.

Colibrí


¿Qué haces además de volar
con invisibles alas?
Te llevas la sangre
de las flores.
Verdecillo animal
no tocas ni el piso
ni los ojos, 
rápido vuelas
¿cuál es la prisa?
-le pregunto al colibrí-
Es que hay tantas bellas flores
por probar y poco tiempo
durará mi vuelo.
Las mariposas van lento
llevan menos prisa
pues su vuelo dura más.
Ustedes no vuelan
pero su caminar es lento
y su vida dura más.
Ustedes entre besos
se llevan la sangre del otro
y a pesar de que su vida dura más
rápido entre ustedes se comen
y luego se regalan flores
es por eso que llevo prisa
porque ustedes mi vida acortarán.

Tus ojos


Trato de mirarlos
¿adónde miran?
¿me miran?

Yo no puedo ver tus ojos
si las nubes tapan tu hermosura.
Para ti, tus ojos son sólo cristales
para mí, son toda mi vida.

Luna


La Luna brinca,
¿por qué brincas Luna?
¿a qué juegas cada noche?
A cada brinco
la falda te toca el ombligo
y yo miro
lo bello de algunos de tus picos.

Invitación


Tu nombre me ha llegado
hace tiempo, entró en mis ojos
ahora está en el viento
cae de relámpago
se queda en las manos como miel
y se humedece como el beso.
Tu nombre sube por el árbol
yo lo miro, no lo tengo.
Tu nombre es una caricia
que necesita completarse.
Las estrellas te dibujan
el agua dibuja cómo caminas
y a veces el cielo me
representa tu hermosura.
Siempre caminando
y yo de algún modo te persigo
te encuentro y esta invitación
te dejo.
Invitación para conocernos,
querernos y tenernos.

Río de carne blanca


Crujientes flores,
árboles tibios,
mariposas que aullan.
Melancólica piel que duerme,
libros sepultados,
pezones con pétalos,
calles sin pisos,
los senos de la luna
y el semen del solo que aún no llega.
Tu amor que me muerde
y ese espacio tuyo
que a mí me mira.
Te escribo a ti
la de ojos fijos,
río de carne blanca.
Si te pido que me mates
ámame
y si te pido que me ames
mátame.
Ahora mira bien y entiende,
que yo deseo estar muerto.

El manto nocturno de mi cama


Las estrellas juegan a coquetear
a esos solitarios que andan por las calles
besando a la mujer que prometen tener.

La luna les sonríe
con esos labios blancos
que nadie alcanza.

¿Qué hacen los enamorados solitarios despiertos
después de tantos pasos que ha dado la noche?
Se dice que buscan el amor.
Lo buscan en sus bolsillos
y en los lugares donde hay trozos de besos.

Dicen no encontrar nada,
suelen rendirse porque el sol aparece
y quema esos corazones débiles
mal alimentados.

Entonces ansiosos esperan
a que la noche nazca más justa
y les permita encontrar el amor,
ese amor del que todos hablan
que lo han tenido al menos una vez
en sus resbalosas manos.  

Ven, te pido solamente dos cosas


Sobre la arena
caigo y siento
que apesar
del color
no es tu piel.

Te pido
entonces
que vengas
te acuestes
desnuda en
la arena
junto al mar.

El mar
te viste
y te desviste,
cuando te desviste
entro
y te adoro.

Piel de arena
pezones de estrella
mujer bella,
en ti
cualquier hombre
se quisiera quedar.

Ven, voy,
vámonos
déjame tocar
y entrar.

No me guardes
adueñate de mí.

Aviéntame
a tus brazos,
nada de ropa
solamente dos cosas:
amor y sombra.

Dos magnolias


Te miré,
te vi
te desvestí
y te dije:
amaré esas
dos magnolias
si me permites 
conocerles
su sabor.

Me acerqué
los miré
con mi boca apunté
y los besé.

Me coloqué
siendo tú impenetrable
en ti entré
y enamoré
a esas dos magnolias
que así nombré.

La de la falda de serpientes


Te han visto madurar
crecer, maquillarte.
Tantas formas que tomas
para seducir a los hombres
de esas épocas.

Coqueta apasionada,
bailas a la invitación
del aire.
Y cómo cambias de rostro
mujer casta, fiel de tierra.
Pero qué bella eres
desde que naciste
aunque te conozco actual,
he visto tus fotografías,
salías como mujer virgen
y ahora vuelas.

Mujer fuerte,
las espinas te respetan
y encendemos fuego
para cuidarte.

¡Qué plumaje tan liso y colorido tienes!
Y en este día te recuerdan
como si fuera el día de tu nacimiento.
¡Qué dichoso somos al tenerte
para que nos ames!
Recuerdo cuando gritabas
para que fuéramos libres.
Eras una espada, un escudo
¡una buena razón para  morir¡
Jugosa, jugosa patria.

Han muerto tantos por ti
y otros se quedan locos
al intento de conquistarte.

Nunca se ha visto
una lealtad mayor que la tuya,
bella, sí, bella tú
te miran y te miran
la falda de serpientes
y con eso saben de dónde vienes.

Mujer ¿qué será poner el nombre propio en tu boca?


Mujer, ¿qué será poner el nombre propio en tu boca?
Saber el vuelo de la marea de tu lengua.
Poder chocar el pico que imitamos por segundos.
Decir palabras con la tinta que conocemos por saliva.
O saber aprovechar la oscuridad y el silencio y dejar resbalar la boca.
Esa boca juguetona que sabe levantar el movimiento de quitarse la ropa.
Mujer, ¿qué será poner el nombre propio en tu boca?

Saber que al despertar te diriges al reloj apurándolo
a que se haga de noche para colocar la boca suave.
Como cuando la abeja hace la miel.
O como cuando las flores muestran sus senos a la primavera.
O el paraguas feliz que es acariciado por la lluvia.
Mujer, ¿qué será poner el nombre propio en tu boca?

Saber que la lengua se alarga y besa el mismo corazón rojo;
rojo amor, rojo fuego, rojo sangre.

Imaginar que el tango se inventó al momento del beso.
Que las abejas ya no buscan las flores, sino las bocas femeninas.
Mujer, ¿qué será poner el nombre propio en tu boca?

Me lo sigo preguntando tantas veces.
Mujer, ¿qué será poner el nombre propio en tu boca?
Responde sin palabras.
No dejes que la duda sea mi muerte.
Quiero vivir contigo, porque vivir sin ti
sería otra forma de mi muerte.
¡Pero si me dejas morir!,
al menos déjame quedarme
en el ataúd de tus labios.

Los poetas


Los poetas le quitan
el polvo al amor. 
Lo limpian, le hacen
el amor varias veces
y luego se van.

El clima


Este día sí sabe a invierno, aunque al caminar me topé con pequeños y diminutos otoños. Hojas muertas que les falta la unión con la rama y por lejanía de ella el color verde también muere y el gusano amarillo y crujiente se come la hoja sin romperle ningún hueso. Hojas que viven sobre la madera, hojas que mueren como humanos. Mueren por la vejes que las enrolla, la que le pone huesos frágiles, mueren por el accidente del fuerte viento que les acorta la vida o el asesinato de la mano poco ecológica del hombre.
Llueven cristales redondos, se juntan en los pisos, en el techo. Tocan melodías, pintan paisajes; estimulante de la pluma y verso. Continúa, cae suave, cariñosa, como tratando de conquistar el paraguas. Conviértete en charcos, en río, espejos, en pintura, sigue que eres libre amiga, nutre al trigo, al pan, amamanta la madera y a todo el que necesite tu maternidad.

He cerrado mi boca para ti


No sé si me boca ya no te merezca
o tu boca ya no la merezca,
pero me despido.
Que he cerrado mi boca
con la lágrimas que han caído
y se vuelven hielo impenetrable.

Si no nos salen más lágrimas
es porque simplemente… ya nos secamos.

La cierro pero no me estoy callando.
La cierro porque al abrirla me duele.
La cierro porque no quiero caer sobre tu boca
ni en tus pechos.
La cierro porque quiero cerrarla.

Yo, cuando cierro mi boca
cierro también mis ojos.
Existen cosa que no quiero ver:
ver tu boca contagiada de otra,
o ver tus pechos que son tapados
por las manos de otro.

Ver, sentir o recordar:
que tu vientre se olvide de mí.

Sentir, recordar o ver:
que mis caricias se caigan
porque las empujan otras manos.

Recordar, ver o sentir:
que tu cuerpo está atrás
y lejos de mi espalda.
Que la ropa que yo quitaba
la quite otro.

Ver, sentir o recordar: lo que me queda.

Sentir, recordar o ver: lluvioso.

Recordar, ver o sentir: nada.

Te me antojas


Puedo contarte que me gustas.
Te me antojas tanto,
pero tienes miles de kilómetros encima
y el problema no es tu permiso,
sino que no alcanzo a probarte,
pues mi lengua no mide tanto
y mi boca no tiene alas.

Me encantan tus piernas


Me encantan tus piernas
cuando las vistes de jeans,
cuando las vistes de falda
cuando no las vistes
o cuando las desvisto.

Me encantan, las amo,
y en la intimidad se abren
y son tus piernas blancas
las que cargan tu vientre
que ya conozco y
que me gusta tanto.

Me encantan tus piernas
cuando las estiras en tu cama
cuando me permites tocarlas,
empezando por tus pies y
 terminando por tus muslos,
o haciendo viceversa.

Me encantan, las amo,
no las cierres amor
aún no acabo,
quédate más tiempo en ese ángulo.

Amor hay luna, un cielo estrellado,
eso nos gusta
y nos da inspiración
en el escenario azulado.

 Amor, me gusta cuando
tus piernas se vuelven brazos
y me abrazan y te digo:
no me sueltes.

Vientre arriba,
vientre abajo
cambiamos y todo
lo disfrutamos.

Y en la cama
con tus piernas bailo.

Te visto de sábanas
y de manos,
y de vez en cuando te bebo
y me llega un sabor
a mi boca,
el sabor
 del azúcar moldeado.

Dara


Entre las mujeres lejanas
se encuentra.
Dara es querer ser ligero
para viajar con el viento.

Quiere quedarse
en medio de dos labios,
quiere secuestrar un cuerpo.

Dara sabe a invierno,
a paraguas mojados,
a cartas de amor
y a piel blanca.

Son bocas pintadas de nostalgias,
y hasta en las bocas 
hay lágrimas por los adioses
que no se desean. 

Dara es una mano triste
que se acaricia a sí misma.
Es un beso que
vuela por ciudades.

Es una lágrima que arde.

Lluvia


Hay un concierto de gotas y de flautas transparentes, con sus graves y agudos tonos. Antes de cada concierto existen tres llamadas; la primer llamada es el color gris, la segunda son los rayos y la tercer llamada es la continuidad de pequeñas gotas flacas y suaves. Después, en las calles hay caricias de agua, y pequeñas manos casi redondas tocando a tu paraguas abierto.

La lluvia tiene sus usos: sirve para inspirar a cualquier poeta que desea nuevos versos, sirve para recordar las pisadas en los charcos que dimos en la infancia; la lluvia es para compartirla amorosamente caminando por los mares que tienen sus diminutas olas.

Cuando finaliza el concierto, se queda un paisaje verde, un perfume fresco, ventanas adornadas, nubes blanqueándose, el sol descobijándose, los pájaros hablando y espejos largos y delgados sobre las calles.